Dos son los ardides principales de que se vale el demonio para alejar a los jóvenes de la virtud. El primero consiste en persuadirlos de que el servicio del señor exige una vida melancólica y exenta de toda diversión y placer. No es así, queridos jóvenes. Voy a indicaros un plan de vida cristiana que pueda manteneros alegres y contentos, haciéndoos conocer al mismo tiempo cuales son las verdaderas diversiones y los verdaderos placeres, para que podáis exclamar con el santo profeta David: Sirvamos al Señor con alegría: