Urbano es un niño como muchos de los que pueblan el mundo: se llena la boca de dulces, hace travesuras cuando menos se lo esperan sus papás, es un buen conductor de bicicletas y, ademas, tiene una boca, una lengua, dos brazos, diez dedos en las manos y un solo ombligo en el centro de la panza.
En lo único en que Urbano es distinto de los demás es en las orejas: una es un poquito más grande que la otra, y, aunque, parezca increíble, con su oreja pequeña Urbano oye cosas que otras orejas no pueden escuchar.