1857 es un año prototípico para el pensamiento procesal constitucional mexicano. Incluso el Juicio de Amparo fue puesto en entredicho en el seno de nuestra más célebre asamblea constituyente y la Constitución que de ella emanó jamás dejó de intrigar a personajes tan ilustres como don Emilio Rabasa, nacido poco antes de la promulgación del texto fundamental y eficaz impulsor de un acercamiento más realista y menos legalista al control de la constitucionalidad y a la garantía de los derechos básicos del ser humano.