La tradición pictórica mexicana del siglo XX es rica en ejemplos de la vida urbana. La pintura moderna creció junto a la ciudad ensalzando sus contrastes, la vida de sus calles y recintos públicos. Dentro de este vasto universo la pintura de Phil Kelly se ha destacado en los años recientes como una visión sincera y oportuna de la morfología citadina, que revela el carácter intenso y colorido de la capital mexicana.