Existe una flor llamada ´siempreviva´, un nombre muy bien puesto, porque durante meses después de aparecida permanece fresca y rozagante. Algo parecido ocurriría con nosotros los adultos si prestáramos oído a las ilusiones y sentimientos que, aunque se nos olvide, permanecen vivos en nuestro interior desde la infancia. Porque serían como ´siempre-niños2 capaces de mejorar el mundo y de hacer que la vida entera de quienes nos quieren y a quienes querernos creciera día a día en el amor a todos y en la capacidad de disfrutar con todos de las maravillas de la vida al sol y al aire abierto.