Los sistemas de producción agropecuarios de las regiones tropicales de México son complejos. Esta complejidad se fundamenta en las diferentes dinámicas ecológicas, económicas y sociales bajo las cuales se diseñan y desarrollan. Desde la perspectiva natural, los componentes físicos, principalmente altas precipitaciones y temperaturas, generan una alta diversidad vegetal y animal, que originan sinergias y competencias por los factores comunes. Estas interacciones naturales constituyen elementos que pueden usarse en beneficio de los sistemas manejados para la producción de alimentos, pero también pueden llegar a constituir elementos que limiten la productividad de las especies domesticadas.