Los seres humanos imagimos nuestros espacios ideales. La mente maravillosa de todo niño tiene la vivisón de la casa perfecta, con lugares deseados, que si bien son fantásticos podrían ser ya parte del mundo en que quisiera habitar el adulto. El arquitecto y el decorador son los conductos para llevar al mundo de lo concreto el espacio que nustros pensamientos ha ido perfilando. Sin embaqrgo, la ayuda de estos profesionales, si bien puede resultar de suma importancia, no lo es todo, ya que sólo la persolidad del habitante es capaz de transformar la construcción en hogar que albergará historia y sueños. Es decir, los materiales y los diseños son sólo un anhelo que no se concluye hasta que en ellos se desenvuelve la vida. Entre todas las contrucciones, quizá las casa de campo son las que tienden a identificarse más fielmente con la esencia de sus sueños. Probablemente porque son concebidas como espacios alejados del mundo cotidiano, de retiro, de esparcimiento, de introspección, y como tales se planean como recintos espírituales, como fortalezas las que sólo se permite el acceso a aquellos con quienes nos unen vínculos de afecto. Como su nombre lo dice, en estas casas la naturaleza es el persoje principal. Nosotros somos huéspedes con los que ella ha accedido a convivir mientras respetemos su orden establecido. Alejadas del mundo cotidiano, buscando aislarse lo más posible de la rutina diaria y las presiones propias de la vida en la urbanidad, las casas de descanso se han diseñado de acuerdo con las diversas geografías donde se ha elegido establecerlas. Los que prefieren el sol y el deporte persiguen el clima templado y construyen albercas en medio de auténticos edenes. Quienes se inclinan más por la soledad y la reflexión frente a u chimenea se refugian en cabañas incrustradas en las montañas y perdidas en el bosque. También hay construcciones antiguas adaptadas a la vida presente, casas solemnes, emotivas y sentimentales, otras, abiertas y divertidas, algus más, nostálgicas y bohemias.