Cuando el niño emite sus primeras palabras y prensa sus manos (reflejo de prensión) comienza a manipular su ambiente. Surge en él la necesidad de comunicarse, primero de manera oral y luego atrapar la palabra hablada en el lenguaje escrito; es decir, dejar huella.
El niño de preescolar, motivado por la experimentación, descubre que sus sentimientos y emociones tienen permanencia al expresarlos mediante sus garabatos, los cuales se irán convirtiendo poco a poco en grafías, hasta llegar a la escritura.
Los cuadernos de trabajo Alebrije de letras 1 y Alebrije de letras 2, Competencias grafomotoras, surgen como una propuesta para estimular en los niños de edades tempranas los procesos de aprendizaje previos a la escritura, para que posteriormente utilicen estas experiencias iniciales y puedan conducirse a una expresión más clara de su ideas.