Aunque no sea absolutamente imposible asistir al nacimiento literario de un poeta dueño ya de un impresionante arsenal de recursos expresivos, hay que admitir que constituye un acontecimiento por demás insólito y digno de marcarse con piedra blanca ante la entrada de la casa editorial a la que le haya tocada tal fortuna. Ignacio Marcué, con inteligencia y sensibilidad nada comunes, tuvo que haber leído y asimilado lo mejor de la poesía clásica y contemporánea para concebir y dar forma a un poemario tan honrado y veraz como lo es Aljibe > La experiencia del amor, sus ecos y reflejos en el universo sensible del poeta, enfrentan al lector con una obra de superficie tersa y llena de murmullos, habituada a las cimas del juego y la alegría, pero de honduras que no ignoran la pena, la nostalgia, la frustración y la impotencia ante el dolor, la muerte y el olvido, paradero común de los afanes del hombre y de todo lo que alienta.