Septiembre de 1899: en una pequeña ciudad de provincias del imperio austrohúngaro, la hija única de los Vajkay, llamada cariñosamente Alondra, se dispone a pasar una semana de vacaciones con sus tÃos. La despedida en la estación es dolorosa, los dÃas que dure la separación serán insufribles. Sin embargo, poco sospecha el anciano matrimonio que en la estación de ferrocarriles se inicia precisamente un feliz perÃodo de redescubrimientos: la buena comida, la entrañable y divertida compañÃa de viejos amigos, la peculiar extravagancia de la farándula, la música, la risa. Coinciden, pues, en una semana la alegrÃa de vivir con la ausencia de esa hija querida, de esa hija solterona y poco agraciada cuya presencia daba sentido ya la vez condicionaba la existencia de los Vajkay. Con Alondra, Kosztolanyi observa, con aparente facilidad, las consecuencias, dichosas o tal vez esclavizantes, del amor, sirviéndose de una estructura narrativa perfecta. ?Kosztolányi: el mayor escritor húngaro de este siglo.?