El libro es un prodigio milenario de comunicación que permite poner en contacto intelectual a personas separadas por enormes distancias en el tiempo y en el espacio, así, por ejemplo, Licurgo y Solón mantienen comunicación con los juristas del siglo XXI, a través de los libros que contienen sus leyes formuladas hace miles de años, y Joseph Raz, el laureado jurista del Instituto Balliol se comunica con nosotros desde Oxford, a miles de kilómetros de esta Ciudad de los Palacios, por me-dio de su obra jurídica galardonada con el Premio Internacional de Investigación en Derecho ´Héctor Fix-Zamudio´. El libro es imposible sin la escritura, cuya invención marca un hito en la historia porque permite a los seres humanos expresar sus sentimientos, ideas, conocimientos, progresos y descubrimientos para comunicarlos a sus semejantes y transmitirlos a sus descendientes, porque en ellos viaja el pensamiento concebido en un lugar lejano y la idea legada por nuestros antepasados hace muchas centurias, lo que permite perpetuar pensamientos e ideas, como lo hicieron los egipciosen sus pirámides y templos, cuarenta siglos antes de nuestra era, mediante inscripciones en ocasiones muy extensas, pues algunas de ellas podrían llenar un centenar de páginas de un libro.