De la mano de las ideas racionalistas del movimiento moderno centroeuropeo experimentadas en México al final de los años veinte del siglo pasado, hablar de la arquitectura mexicana contemporánea era referirse a la realizada en la ciudad de México, Guadalajara y Monterrey. Esta experiencia cultural, arquitectónica y urbana prevaleció en el país hasta la mitad de la década de 198o, tiempo en el cual se comenzó a perfilar una realidad distinta que incorporó experiencias de diseño y constructivas de otras ciudades de la República. A pesar de las recurrentes crisis económicas mundiales, en México, el cambio de la geografía arquitectónica es producto de una mejoría en la economía de los estados federados que a la diversificación de las actividades del sector primario asociado al campo, la ganadería y la pesca, se suma el hecho de contar con universidades que les permite arraigar a sus estudiantes.áEstas condiciones económicas y culturales han propiciado oportunidades en el ejercicio de la arquitectura y el urbanismo, agregando que los jóvenes profesionales han mostrado conciencia y orgullo de pertenencia al lugar de origen. Es así que de manera discreta, el estado de Sinaloa se ha ido incorporando a la diversificación de la arquitectura mexicana, en la cual ya tienen presencia Yucatán, Veracruz, Guanajuato o San Luis Potosí. La visión centralista ha quedado atrás en México y el mundo; ya no existen autores, obras, ideas y lugares privilegiados, considerados guías indiscutibles de la cultura y la arquitectura.