En esta era de globalización en la que los fundamentalismos propician crímenes injustificables contra quienes han osado hacer uso de la pluma, ya sea para caricaturizar, satirizar o para expresar percepciones de sí mismos o del otro, podemos imaginar el alcance de lo que puede llegar a ser la intolerancia de los integrismos; recordemos el reciente caso en París de Charlie Hebdo. Durante los siglos XVI y XVII la Inquisición, ya instaurada en México, y cuyo objetivo era lograr la evangelización del pueblo mexicano y asimismo evitar que proliferaran otro tipo de creencias religiosas, castigó muchas veces con rigor y crueldad a quienes se apartaban del credo cristiano.áAutores judeoconversos en la Ciudad de México, es una obra que cobra vigencia al tratar el tema como paradigma de la intolerancia, habla de once personajes del mundo literario que en su vida y obra muestran indicios para ser considerados, si no como criptojudíos, sí como conversos o como descendientes de judíos; algunos de ellos como Luis de Carvajal el mozo o Tomás Treviño de Sobremonte fueron quemados vivos en los Autos de Fe que se efectuaron en la Ciudad de México en los años 1596 y 1649 respectivamente; otros más fueron llevados a juicio o se les marginó por razones de pureza de sangre o por judaizar. En este libro se analizan estas figuras y de otros que no fueron señalados por los inquisidores, pero que muestran rasgos que los vinculan con la antigua ley de Moisés. Se examinan los casos de fray Bartolomé de las Casas, fray Bernardino de Sahagún, Juan Bautista Corvera, fray Diego de Durán, sor Juana Inés de la Cruz, Carlos de Sigüenza y Góngora y Juan Ruiz de Alarcón, entre otros más. Falta mucho por investigar acerca del oscuro período en que fueron castigados incluso con la muerte por el hecho de mantener vivo el judaísmo. No nos queda más que compenetrarnos en su obra para entender una época y no repetir en aras de la verdad, errores que descalifican tanto a las ideas como a las personas.
