Desde los tiempos de la primera evangelización la Biblia ha desempeñado un papel muy importante en la vida de la Iglesia en América Latina. Recientemente, las diferentes Asambleas Generales del Episcopado Latinoamericano, comenzando por la de Medellín, han recomendado su lectura asidua como medio privilegia-o para conocer la voluntad de Dios en los cambiantes signos de los tiempos. En efecto, la Asamblea de Medellín exhortaba a hacer de la Escritura una palabra de vida para todos los hombres en sus distintas circunstancias y situaciones: ´Se impone un trabajo permanente para que se haga perceptible cómo el Mensaje de Salvación contenido en la Escritura, la Liturgia, el Magisterio y el testimonio es hoy palabra de vida. No basta, pues, repetir o explicar el Mensaje, sino que hay que expresar incesantemente, de nuevas maneras, el ´evangelio´ en relación con las formas de existencia del hombre, teniendo en cuenta los ambientes humanos, étnicos y culturales y guardando siempre la fidelidad a la Palabra revelada´ (Doc. Cat. Conclusiones 8,15). Finalmente, la Conferencia de Santo Domingo, subrayó la importancia de la formación bíblica de los catequistas y agentes pastorales: ´La nueva evangelización debe acentuar una catequesis kerygmática y misionera. Se requieren, para la vitalidad de la comunidad eclesial, más catequistas y agentes pastorales, dotados de un sólido conocimiento de la Biblia que los capacite para leerla, a la luz de la tradición y del Magisterio de la Iglesia, y para iluminar desde la Palabra de Dios su propia realidad personal, comunitaria y social.