Si la novela de la Revolución devela las entretelas de una sociedad que transita desde un sistema anquilosado hacia otro que vislumbra entre la polvareda de los caballos y las coronas de humo de las detonaciones, Campamento -publicada originalmente en 1931- nos muestra a ese ejército que acampa en aquella ranchería perdida en la inmensidad del territorio nacional, susurrando y subiéndole el volumen a la voz de un pasado que el autor trae al presente con un oído y una vista adiestrados en el registro acústico y plástico de la vida cotidiana. Cada uno de los capítulos de esta novela de Gregorio López y Fuentes da la nota del registro inconfundible: hambre, desamparo, conciencia e inconsciencia, destreza de oficios, confidencias personales, relatos de combates, anécdotas, aventuras, hechos chuscos, guerra hacia adelante y hacia atrás, frustraciones, anticipación de la masa cuando la serpiente regresa al camino, rumbo al sitio que debe tomar pues, aunque lo ignore o pretenda hacerlo, de eso se trata: seguir hacia una plaza sin contornos definidos.