La poesía de Manuel Becerra Salazar es una celebración de los sentidos, donde la vida es vértigo constante y la muerte no existe. En Cantata Castrati se entablan conexiones infalibles con Marc Chagall y Elizabeth Bishop. La música, un gemido incrustado en el silencio, es otro corazón que hace latir cada uno de sus versos. A lo largo del libro podemos ser asaltados por una sonata de violín, un gospel o una sinfonía. En sus páginas hay arcángeles, mujeres oscuras, ebrios, enfermos, iluminados que el poeta encuentra en cantinas, hoteles, jardines o donde no hay estado ni zona, donde todo se ve con lupa. Poeta-músico, poeta-pintor ve al mundo con ojos de orfebre y va enjoyando cada poema con metáforas precisas, con un gusto por la palabra que se extiende a la blasfemia. Basta decir que hay imágenes que muchas veces, rayan en lo terrible. En los poemas hay maestría y oficio. Manuel nos puede develar otros mundos en un soneto o en endecasílabos violentamente seductores. Cantata castrati es el intento de llevar, hasta sus últimas consecuencias, lo femenino en lo masculino. He aquí un libro para todos aquellos que gozan -también hasta sus últimas consecuencias- de la vida. Un enfant terrible de nuestros tiempos nos lo dice.