Desde su aguzado punto de vista, el autor propone un análisis de la situación en la que nos encontramos y una reflexión sobre el futuro que estamos creando entre todos, en el que las únicas salidas parecen ser la locura o la enfermedad física.
El cerebro humano conoce, estudia, se explica cosas y comprende, al punto de que ha llegado el momento en que su objeto de estudio es él mismo. El conocimiento del cerebro por sí mismo implica el derrumbe de muchas creencias y fundamentos de la cultura occidental. A la vez, los potentes y recientes descubrimientos en esta área van acompañados de la posibilidady del deseo de modificar y acrecentar sus capacidades, así como de reducir sus debilidades y defectos. Lo que se pretende es aumentar el cerebro y sus potencialidades hasta rozar la perfección. Somos hombres y mujeres nuevos, con un cerebro cada vez más grande y un cuerpo que no importa, una historia personal que no interesa, una evolución y un ambiente que tampoco resultan relevantes. Lo disfuncional es mejorable, adaptable, mediante mecanismos farmacológicos que afectan el cerebro. No se trata de respetar las diferencias sino de sanar ese cerebro insano. El cerebro aumentado, el hombre disminuido muestra cómo el avance en el estudio del cerebro y las neurociencias nos ha llevado a comparar nuestro cerebro con una computadora. Se trata, entonces, de optimizarlo.