Natacha no puede con su genio y sigue poniendo su toque personal en lo que hace y, sobre todo, en lo que pregunta: ¿cómo se conocieron y conquistaron sus papás?, ¿cómo era su vida cuando ella no existía?, ¿se puede quemar un incendio?, ¿pueden usar aretes los perros varones? Aprender danza árabe, resolver problemas con la computadora, una redacción sobre el cuerpo humano ´el del hombre y el de la mujer´, una visita a una granja en la que los animales del campo conocen a ´los animales de la ciudad´, y un chat alucinante son algunas de las situaciones que Natacha y su inseparable amiga Fati (... y Rafles, no nos olvidemos de Rafles) logran convertir en verdaderas locuras.