Todo niño (a) trae consigo en su carga genética un cúmulo de potencialidades que a los padres, y después a sus maestros, les corresponde estimular. Aquellos que tienen más posibilidades de éxito son los que son educados en un ambiente sano, feliz y seguro.
Su desarrollo normal está en buena parte determinado por el ambiente familiar, por ello, es necesario que los padres tomen conciencia de que constituyen modelos permanentes para ellos y que asuman la responsabilidad de su rol, pues ejemplos negativos crean un clima que lejos de favorecer la educación, dejará marcas negativas en su conducta. Y es que sin duda el anhelo más grande de todo padre y madre es que su hijo (a) sea bueno, sensible y a la vez feliz.
Cada niño (a) es único y especial por lo que debemos conocerlos y valorarlos individualmente para darles el trato que anhelan y se merecen.