Que yo tenga siempre claro que solo el amor Verdadero puede competir con cualquier otro amor de este mundo. Cuando lo entregamos todo, ya no tenemos nada que perder. Y entonces desaparecen el miedo, los celos, el aburrimiento y la rutina, y solo queda la luz de un vacío que no nos asusta, sino que nos acerca uno al otro. Una luz siempre cambiante, y es eso lo que la hace bella, llena de sorpresas, no siempre las que esperamos, sino esas con las que podemos convivir.