Fedor Dostoievsky desde muy joven se dedico al cultivo de las letras, más como vocación, que como profesión, pues su vocación literaria era parte de una orientación mas amplia, que tocaba, en un sentido filosófico y ético, los grandes temas de mediados del siglo XIX, centrándose en la redefinición de lo humano, lo social, lo religioso, y sobre todo lo político. De carácter voluble y enfermizo, tras la muerte de su mujer y de su hermano, tuvo que hacer frente a compromisos económicos que lo rebasaban. En estas condiciones escribió una de sus obras maestras: Crimen y castigo (1866), que es la historia de un estudiante que fantaseaba con situarse más allá del bien y del mal y que entra en un verdadero laberinto, entre psicológico y ético, que convierte la lectura de esta novela en una experiencia particularmente conmovedora.áLa boda con su secretaria Anna Snikina introdujo algo de orden en su vida: aunque tuvo que huir al extranjero para evadir a sus acreedores. Durante ese exilio produjo obras significativas como El idiota (1868): Los endemoniados (1871) y una novela corta que presentamos en este volumen: El eterno marido (1870). Regreso a Rusia en 1871, ya con una cierta solvencia economía y un trabajo fijo en una revista, con lo que pudo seguir escribiendo ya sin demasiados sobresaltos, y con la solidez de un talento convertido en profesión.á
