La violencia en México se ha salido de control y ha ocasionado miles de víctimas, entre miembros de la delincuencia organizada y de las fuerzas armadas, policías y civiles inocentes. Dos rutas contradictorias se han defendido ante la opinión pública como vías ideales para resolver el problema. La primera: el llamado a la mano dura, triste constante que tiende a recrudecer todas las partes del conflicto. La segunda, que se defiende en estas páginas: el recurso a las instituciones jurídicas y el respeto pleno de los derechos humanos de todos. En esa pugna entre el estado de sitio y el estado de derecho se definirá sin duda el futuro de la paz, la prosperidad y la libertad en México.