E. T. A. Hoffmann fue muchos hombres, aunque también comprendió que dos hombres pueden ser en realidad uno mismo. Su obra abunda en ejemplos de ello, como los cuentos de este libro, que a muchos parecen aterradores, pero que para él eran, como la música, como los sueños, como el magnetismo, simplemente naturales. Hoffmann es el autor de cuentos que siguen renovando el asombro; continúa multiplicándose en homenajes íntimos y en lectores que, sin saberlo, al leerlo se convierten en víctimas de un sortilegio.