Intenté darle un golpe a la altura del abdomen pero también logró detenerlo. Lancé otro golpe hacia la cara, luego a su pecho, sus hombros, su vientre, sus piernas: todos los detuvo o esquivó con destreza. Sonrió. Ya se terminó, Cuitláhuac. ¿Ves eso? -señaló la ciudad en llamas-, ya no hay más.áEn esta entrega de la serie Grandes Tlatoanis del Imperio, nos adentramos al universo de Cuitláhuac durante los pocos meses en los que dirigió el imperio meshica; los suficientes que necesitó para entender que Malinche -Hernán Cortés- era alguien que no respetaba los códigos de guerra, para comprender que las espadas, las armaduras y los caballos en conjunto eran invencibles ante las estrategias de batalla hasta entonces conocidas.áTambién es la historia del tlatoani que logró sacar a los españoles de Tenochtitlan, perseguirlos por todo el valle del Anáhuac y acorralarlos; y que habría alcanzado la victoria, de no haber sido por la aparición de una enfermedad desconocida que llenaba de ronchas a sus víctimas, hasta la muerte.áDos males que pusieron en jaque a un gran estratega militar y político: la pólvora y la viruela.