El problema de los fundamentos político-crimiles del Derecho Pel, ha sido tema de discusión constante desde mediados del siglo pasado. Así la atestiguan la polémica inicial entre los deterministas y los partidarios del libre albedrío y la postrer aparición de posturas intermedias como la de la Terza Scuola italia o la Escuela político-crimil de von Liszt. Sin embargo, con el despertar del siglo XX, la ciencia dominte del Derecho Pel, inclinó la balanza en favor del carácter retributivo de la pe y su fundamentación por el libre albedrío, pues sólo de ese modo, se entendía, podía garantizarse que la intervención punitiva no se extendiese más allá de los hechos del autor . Con el correr del tiempo, algunos obstáculos teóricos derivados del análisis exclusivamente dogmático, como el reconocimiento de que la exculpación para los casos de inexigibilidad no podía explicarse bajo el argumento de que en esa circunstancia no era posible al autor obrar de otra manera, cuando en verdad sí existía tal posibilidad, así como la convicción de que el Derecho Pel no podía concebirse como un fin en sí mismo, sino fundamentalmente como un instrumento para proteger a la sociedad y prevenir el delito, hubieron de posibilitar la aparición de un fuerte movimiento de re- forma del Derecho Pel, que de manera particular se manifestó a partir de mediados de la década de los años sesenta. Característico de este movimiento, ha sido su rechazo al concepto retributivo de la pe y su fundamentación por el libre albedrío, así como la búsqueda icabada del nuevo edificio conceptual que permita sustentar un Derecho Pel orientado hacia la previsión, sin que por ello sufre menoscabo el principio de culpabilidad por el hecho, que se afirma como u de las garantías esenciales del Estado de Derecho.
