Maestro de varias generaciones, Orlando Ortiz, ha mantenido los principios de la buena cuentística: dar vida a sus personajes y acompañarlos fielmente durante todo su trayecto sin traicionar sus personalidades y su habla. En los relatos reunidos en este libro los registros de lenguaje sin muy variados: pasan de las palabras cotidianas de la ciudad, en sus diferentes estratos socioeconómicos, al modo de hablar de diversas regiones del país. La voz de cada protagonista parece levantarse dela pagina escrita y deja ver sus ideas y sus anhelos, de forma que el lector se recrea a partir de ella. De entonces y ahora nos presenta cuentos en los que, de una forma sorpresivamente natural, todo concuerda y fluye con aparente sencillez, pero a la vez todo significaba. Naturalidad que sabe echar mano del artificio y donde lo bien contado forma un binomio oportuno con una buena historia.