Es de todos sabido que el tema de las grandes corporaciones está globalizado desde las postrimerías del siglo XIX. Sin embargo, no todos saben que quienes examinan los balances contables de una interminable lista de empresas está a cargo del oligopolio conformado por las «cuatro grandes» desde que estas eran «ocho grandes firmas», consolidadas desde la primera mitad del siglo XX como producto de la Revolución Industrial y la llegada del capitalismo y la tecnocracia. Son -por increíble que parezcan- firmas transnacionales de los servicios de asesoría y auditoría financiera. Juntas facturan ingresos superiores a los 100 mil millones de dólares anuales, y tienen oficinas en más de 160 países bajo una misma consigna. Se constituyeron en despachos sempiternos y anglo-sajones que dominan y seguirán dominando la contaduría pública mundial. No solo examinan los balances y brindan asesoría contable y fiscal, las «cuatro grandes» están tras bambalinas certificando los resultados en los concursos de Miss Universo (Ernst & Young) y tradicionalmente en la entrega de prestigiados premios a lo mejor de la música, pero sobre todo del cine (PricewaterhouseCoopers), de las más altas esferas de la industria del fútbol soccer (KPMG), o bien de congregaciones mundiales de la religión como los auditores de la Iglesia de los Santos de los Últimos Días (Deloitte & Touche). A México llegaron tras la apertura a la inversión extranjera producto del Porfiriato, logrando consolidarse con profesionales mexicanos de prestigio para expandirse, muchas veces mutando nombres de incólumes próceres de México, para hacer saber a toda la comunidad financiera que han llegado para quedarse, so pena de una inevitable lista de quebrantos financieros de escala mundial que tampoco terminarán y en la que las «cuatro grandes» desde que eran ocho tuvieron mucho que ver. En México habida cuenta la idiosincrasia de los temas fiscales y financieros, acaparan la atención al espectro de las «cuatro grandes» en una profesión nacional que tampoco se salva. Algo tan fijo y tan seguro como la muerte y los impuestos.