Estos ensayos, ordenados como capítulos de un peculiar sin quimeras, rinden emocionado homenaje al mundo natural y al mismo tiempo a la palabra. No son para el impávido que se siente igual debajo de un tilo en flor que de una encina ni para quien se muestra indiferente ante las criaturas no humanas que nos acompañan, sino para lectores dispuestos a atender a las múltiples cosas que la naturaleza nos da en espectáculo, redescubrir su prodigiosa riqueza y y atisbar, junto con la autora, la reserva de tensión espiritual que nos ofrece. Grandes y mínimos seres, animales y literatura, bichos, plantas y poetas, coinciden en esta peregrinación como si habitaran una misma tierra, un mismo decoroso paraíso. De las cosas no naturales de la vida, la poeta Ida Vitale (Montevideo, 1923) borraría los teléfonos celulares y las aventuras en el espacio. En cambio, celebra a quienes la acostumbraron a reconocer algunas especies naturales y a contrariar los hábitos miméticos de otras. No habiendo revistas literarias que mantengan una sección de botánica como quería Neruda- le ha quedado nostalgia de escribir en una, como respuesta a lo que encontramos al llegar al mundo y natural cortesía retributiva. Eso, y el gusto de que sus amigos intimen entre sí, explica este libro inusual.
