Si el hombre se ubica con su racionalidad de cara al universo y al mundo observará necesariamente que la tierra -la naturaleza- no sólo nos alberga y acoge en su viaje infatigable por el tiempo y el espacio infinitos, sino que además suministra los elementos vitales y necesarios para nuestra existencia y sustento.
Somos seres de la tierra, provenimos de la entraña de su vientre, ella es nuestra morada, el seno nutricio y también en parte nuestro destino final. Los cuatro elementos básicos tierra, agua, fuego y aire que ya los primeros filósofos griegos en sus disertaciones sobre el origen del cosmos, encontraron como soportes del mundo y de la vida en sus variadas manifestaciones concretas, se constituyen también en las sustancias necesarias para la existencia, actividad y futuro de la especie humana.