No hay que apartarse de las bases sociológicas que le canalizan ni de las rutas jurídicas que le fundamentan. Pues si el delito es un fenómeno humano que se ha producido en el decurso de la historia y que ha sido objeto de una valoración cultural, los más elementales y llanos principios lógicos obligan modernamente a contemplar dicho fenómeno es su cristalina realidad histórica, filosófica y jurídica, forjada por un plexo de corpúsculos orgánicos de muy varia naturaleza.