Bastante se ha escrito sobre las relaciones entre España y sus colonias iberoamericanas, mucho menos sobre las relaciones entre el Ecuador y Francia. El propósito de esta obra radica en dar a conocer el testimonio de los diplomáticos franceses sobre los gobernantes con quienes trataron, gracias a sus credenciales y también a la visión que tenían de la sociedad ecuatoriana durante el siglo XIX. Considerando prioritaria la fuente, nos pareció imprescindible reproducir las informaciones inéditas, con el fin de distinguir su parte de interpretación tanto política como afectiva de los acontecimientos. En esta especie de vaivén entre el hecho intrínseco y su interpretación -muchas veces sugestivo para quien relata-, hemos percibido cierto maniqueísmo de parte de los cónsules franceses cuando observan a los ecuatorianos: Hay conservadores y católicos e integristas, por tina parte, por reservarse en prioridad la carrera de diplomático a las grandes familias, sea ´´floreanistas´´, ´´garcianistas´´ o ´´corderistas´´, y, por otra parte, hay liberales -en el sentido que tuvo la palabra en el siglo XIX- pudiendo ser éstos: ´urbinistas´, ´roblesistas´ o ´alfaristas´. No fue siempre fácil escoger las cartas consulares para reproducirlas. Nuestra propia sensibilidad se ocupó de ello, pero nos hemos esforzado siempre en ser fieles y seguir este pensamiento del historiador ecuatoriano Federico González Suárez: ´´la Historia tiene una majestad augusta: la lisonja la envilece, la mentira la afrenta, sólo la verdad le da vida´´.