La generación de lenguajes simbólicos y su desarrollo supone para la humanidad una capacidad excepcional de acumulación, extensión y creación de cultura. Este hecho tiene especial trascendencia, tanto desde el punto de vista de lo incompleto y perfectible-educable de la condición antropológica, como desde el punto de vista de dar respuesta a las necesidades humanas socialmente consideradas. El lenguaje conlleva la necesidad de ampliar las posibilidades para el desarrollo personal y para transmitir los conocimientos acumulados, asegurando su permanencia y ayudando a las nuevas generaciones a resolver nuevos problemas en interacción con el medio, en un proceso continuado de perfeccionamiento personal y de transformación social. Por todo ello, las sociedades humanas organizadas han ido generando diferentes procesos educativos a través de diferentes organizaciones sociales: familia, iglesias, ritos de iniciación, militarización, sistema escolar... Hoy podemos afirmar que la Educación Permanente ha existido en la historia educativa de todos los países y, al mismo tiempo requiere nuevos fundamentos ante las grandes transformaciones mundiales y sus influencias positivas y negativas.