Al campo hay que saber mirarlo, digerirlo, incluirse en él, aprender de él, dialogar con él, y da hay como el arte pare ello. Este libro está dirigido al niño y trata de establecer u relación entre el arte y la turaleza como fuentes de sensaciones y emociones. La fusión del arte, como modo de percepción, y el campo, como principio biológico de todo ser vivo, logrará desarrollar en el niño su creatividad y aprender a vivir bajo otra óptica provocando el respeto a su entorno. El arte no debe ser ajeno a nuestra vida, y mucho menos a la del niño, es el momento justo para abrir nuestros sentidos y disfrutar del ´campo´ entre muchas otras ´artes´. No se trata sólo de imitar a la turaleza, sino de prolongarla, de aplicar impulso a la propia creación.