La poesía de Kim Ki-taek se caracteriza por ocuparse de esas cosas cotidianas y simples que fácilmente pasan desapercibidas, como olores, comidas, animales domésticos, insectos, ancianos, vehículos de locomoción, etc. Sin embargo, la mirada que posa sobre estos referentes sencillos está a millones de años luz de ser un canto a la belleza de este mundo en el que vivimos. Todo lo contrario: con una capacidad de observación, que los críticos han calificado de ´fría y diseccionadora como un microscopio o un bisturí´, Kim Ki-taek les quita el velo de lo cotidiano y corriente para descubrir en ellos aspectos insólitos, extraños, perturbadores, desagradables e incluso incómodos de admitir.