Es cierto que el olvido, como mecanismo de defensa, nos permite cicatrizary subsistir para poder seguir caminando en campos minados.
Sin el olvido, quizás el miedo y el dolor nos paralizarían. No es menos cierto, sin embargo, que la maleabilidad de nuestra memoria puede actuar en nuestra contra al permitirnos olvidar las costosas lecciones del pasado. De aquí, el recurrente refrán que nos exhorta a conocer nuestra historia para no repetir su herrores.
El libro que tenemos entre las manos es justamemte eso: un recordatorio de la valía vida humana que fue cruelmente truncada. Es la voz de un aniña que nos recuerda a seis millones de judíos. El testiminio de Ana Frank, recogido en este diario, es por encima de todo, una invitación a no olvidar.