Todo árbol bueno da frutos buenos, mientras que el árbol malo da frutos malos´ (Mateo 7:17). Cuando, y si Jesús pronunció esas palabras, las dijo en una lengua de Medio Oriente, el arameo.áEn la lengua aramea, y en todas las lenguas semíticas, la palabra que se utiliza para ´bueno´, fundamentalmente significa maduro, dispuesto, y la palabra para ´corrupto´ o ´malo´ significa esencialmente inmaduro.áCuando se escucha con oídos arameos, esas palabras pueden sonar de la siguiente manera: ´Un árbol maduro produce fruto maduro, un árbol inmaduro produce fruto inmaduro´.áEsto hace un mundo de diferencia. El árbol no es moralmente malo, sino más bien inmaduro: este no es el tiempo adecuado ni el lugar para que produzca. El dicho da un ejemplo de la naturaleza. Más que imponer un modelo externo de bondad, la lección tiene que ver con el tiempo y el lugar, el marco y las circunstancias, la salud y la enfermedad.áDe la misma manera cuando alguna frase de Jesús se refiere al espíritu, debemos recordar que él debió haber utilizado una palabra aramea o hebrea. En ambos idiomas, la misma palabra significa espíritu, hálito, aire y viento. Así que Espíritu Santoö también debe ser Hálito Sagradoö.áEl Evangelio Oculto explora estas diferencias, sencillas y a la vez contundentes, que revelan la espiritualidad detrás de las frases de Jesús desde un punto de vista del Oriente Medio. Las diferencias surgen de la naturaleza de las propias lenguas de Medio Oriente, así como de perspectiva mundial detrás de ellas, es decir, las formas en que se dividen y hacen sentido la realidad. El libro también invita al lector a participar en la sabiduría que se revela con este enfoque como una experiencia directa y personal.