Dorothy tiene once años y es huérfana. Vive en una granja con su tío Henry y su tía Em. Su mejor y único amigo es un perrito: Toto. Al tratar de rescatarlo durante un tornado, Dorothy no alcanza a refugiarse en el sótano como sus tíos. La casa es levantada por los aires, y muchas horas después, cuando todo está en calma, la niña se encuentra en un lugar de fantasía, la tierra de los Munchkins. Allí es recibida por una bruja buena quien le regala unos zapatos mágicos. Dorothy se entera que solamente el grande y todopoderoso Mago de Oz la podrá devolver a su casa en Kansas. Para solicitar su ayuda, la niña deberá caminar hasta la inquietante Ciudad Esmeralda. En el viaje se encuentra, uno a uno, a tres curiosos personajes que deciden acompañarla: el Espantapájaros, el Leñador de Hojalata y el León Cobarde. Los cinco personajes (porque Toto no es menos que los demás) deben superar infinitos contratiempos, provocados a veces por la Bruja Maligna. Finalmente llegan a encontrarse cara a cara con el Mago de Oz. Pero lo que éste les pide a cambio de ayudarlos, es aún más difícil que todo lo que han pasado. Es imposible leer El Mago de Oz sin que la memoria proyecte las imágenes de estos personajes y las descripciones tan vívidas de esta extraordinaria aventura.