La década de 1950 fue central en la vida de Juan Rulfo. Aunque comienza a escribir y tomar fotografías a finales de los años treinta, y se muestra muy activo en ambas actividades en la de 1940 (durante la misma publica sus primeros cuentos y fotografías, ambos en la revista América), será en los años cincuenta cuando aparezcan El Llano en llamas y Pedro Páramo, además de emprender no pocos proyectos fotográficos en los ámbitos de la geografía, la etnografía, la arquitectura, la danza, el cine y, sorprendentemente, los ferrocarriles. Asimismo, comienza a colaborar con el medio cinematográfico: termina de escribir El gallo de oro en 1958 y a principios de la siguiente década, en 1960, presenta en Guadalajara su primera exposición fotográfica. Fue la industria cinematográfica la que se acercó a él, cuando el agotamiento temático la precipitaba en una crisis que se acrecentaría en los años siguientes; la publicación de El Llano en llamas y Pedro Páramo no sólo tuvo una buena recepción en el medio literario, sino igualmente en este ámbito.