Escribir sobre la obra de Saramago no deja de ser un atrevimiento. Él, con sus personajes tan humanos, va tejiendo unas novelas en las que su filosofía y visión de la vida no dejan lugar para la duda. Las implicaciones filosóficas que he rastreado en sus novelas, entrevistas y cuadernos se acercan a una invitación para ligar al lector, cautivo en una época deshonrada por el poder que acalla el pensamiento, con este premio Nobel portugués que denunció sin tapujos la indefendible situación que vive el hombre actual en un estado de malestar continuo. La palabra y el escrito del autor de La caverna es un empuje para despertar de la superstición que adormece, el incienso que marea, y, por otra parte, para rebelarse ante la fuerza de los que tienen todo a costa de todos. Sólo abrir los ojos y acompañarnos del sentido común, pensar lo evidente. Decía Voltaire que la superstición hace que el mundo estalle en llamas: la filosofía las apaga. Pensar, salir de la caverna.
Ubaldo Fernández