Los seres vivos no viven para siempre. Mueren o se transforman en alimento de otros seres vivos. Al morir vuelven a la tierra y son nutrientes para las semillas, si se transforman en agua, irán al medio en el que viven los peces, si se transforman en oxígeno, entonces permitirán que respiren otros seres vivos. Así, el mundo en el que vivimos es resultado de la armonía de la materia viva con la no viva.
