Con total flagrancia y descaro, Georgina Gutiérrez incurre en el delito de poesía, pues no duda en zambullirse en procesos personales de creación que, en su origen, se llamaron noleiv hacerö (de donde ´poeta´ quiere decir hacedorö, creadorö o autorö). Consecuente con su delincuencia) alma poética, la cual se enhebra con un temperamento erotizado y transgresor, ella ha recorrido un camino cuya culminación es una colección de catorce objetos verbales llamados cuentos (para mayor escándalo, tematizados dentro de un universo erótico que no teme en lindar con lo casi pornográfico; si el desgarramiento de sotanas y las plegarias beatíficas pudieran atenuarse, el escándalo se magnifica con la caída en la cuenta de que todas las Escaramuzas fueron escritas y narradas por, imagínate nada más, ¡una mujer!): el resultado es misterioso para muchos lectores, no obstante la carnalidad de cada escaramuza donde la Musa georginesca encuentra robustecida la carne y adelgazado el espíritu.á