Libro-espejo que refleja el paisaje de adentro y de afuera. Escritos que muestran el refugio interior, los brazos extendidos en un anhelo de comunicación. Hay en ellos conciencia de la forma y experimentación con los materiales: con el lenguaje, el riesgo, la ironía, el gozo y el pesar de la creación. Hay arte y artistas. Poesía por todos los poros. La metáfora del volcán es aquí no sólo una alusión al célebre texto nacido en la zona, cuando ya éramos caracterológica y socialmente lo que somos hoy (¡qué poco hemos cambiado, los mexicanos!) sino, puede suponerse, un intento de filiación espiritual de estos poetas con la intensidad y verdad de aquella escritura: una especie de declaración de principios o, quizá, hasta un manifiesto. La crítica de la realidad comenzó en Morelos muchos años antes de Lowry, bajo variadas formas, y ha dejado lecciones ejemplares, todo un legado moral. Decida el lector el grado en que este libro, guardadas las debidas razones y proporciones, hace honor a tan ilustre y rica historia, no sólo literaria.áSergio Mondragón