Entrar a las páginas de un libro es acudir a una cita de sensaciones, a un a sesión de cine en sala privada donde las imágenes saltan de la pantalla como historias descalzas por la arena caliente, vivas, emancipadas. Así es de Fe de hechos, una novela que como película interior alude a un tiempo, los años cincuenta, de un puerto, Salina Cruz, y un mundo que se desvela entre los apuntes de un notario acucioso, narrador central que testimonia. El autor, Héctor Anuar Mafud, nos deja entrar habilidosamente del sepia del recuerdo al brillante color de calles y avenidas, mercados, neverías, cantinas, salas cinematográficas, campos de juego, ferias, parques, bahías, malecones, playas y, en nuevo ciego, personajes que en su andar cuentan, reviven o inventan, relatos increíbles, por ello inolvidables. Mafud exprime, comparte, el calor de la gente, el sabor de la comida, el color del paisaje. Y la vida, en situaciones que unen luz y sonido, claroscuros y olores, para que nada escape del lector y éste se complicide, olvide su nacencia, sea un habitante más, de este puerto salino, sonría, carcajee, sufra, se enamore. Porque a fin de cuentas, Fe de hechos es una evocación específica que desde su atracadero se embarca al mundo. ésta es si, pudiera situarse, una novela para acompañar un viaje interno, irrepetible, en la geografía de una América que no quiere encallar.
