FRANCISCO I MADERO

FRANCISCO I MADERO

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AGOTADO. Informes: Llame o Escribanos
Editorial:
PORRUA
Año de edición:
ISBN:
978-968-452-047-9
Páginas:
179
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Cinco son las imputaciones que con más insistencia formulan contra Madero los indocumentados contrarrevolucionarios vergonzantes inspirándose en las censurados de los periodistas de la dictadura y del huertismo que durante más de cincuenta años trataron de enlodar al Apóstol de la Democracia: Que decapitó a la Revolución con los tratados de Ciudad Juárez. Que se echó en brazos del Ejército y de los conservadores. Que su programa no era social sino político. Que no era un intelectual. Que fue espiritista. Desde luego, los Tratados de Cuidad Juárez fueron firmados, entre otros, por el doctor Francisco Vázquez Gómez, porfirista que había confesado con su puño y letra sus ´ ideas moderadas de siempre ´ , pese a los que, como el licenciado Emilio Portes Gil, lo consideran un revolucionario radical, zapatista y hasta cerebro de la Revolución. Además, el propio licenciado Luis Cabrera, en artículo publicado en un periódico del puerto de Veracruz en aquellos días, consideró que la Revolución estaba muy débil y precisaba robustecerla, y nada mejor que entregándosele el poder a medias o como fuera. Es una versión muy extendida la lanzada por un reportero yaqui, la cual don Venustiano Carranza no rectificó públicamente porque en el fondo lo halagaba a él y le complacía en extremo el elogio. Nos referimos a aquello de que la Revolución que transa es Revolución perdida. La verdad consta en las Memorias de don Adolfo de la Huerta, a quien el señor Carranza, al referirle el conato de insubordinación de Pascual Orozco y Villa por su designación como ministro de la Guerra en el primer Gabinete del Presidente Provisional don Francisco I. Madero, y porque éste había perdonado la vida al general Navarro, defensor de Ciudad Juárez. Los Tratados de Ciudad Juárez especificaban la disolución del Ejército Liberador, lo que consumó con bastante dosis de mala fe el licenciado Emilio Vázquez Gómez desde la Secretaría de Gobernación a su cargo en el Gabinete del Presidente Francisco León de la Barra. Madero predicaba que sólo volvieran a sus hogares quienes así lo desearan. Tanto que Emiliano Zapata, según lo escribió el antimaderista y testigo presencial, Antonio Melgarejo, le aconsejó en las famosas conferencias de Cuautla. Tampoco gobernó por su gusto con lo menos maleado del porfirismo. Lo que sucedió fue que la Revolución no contaba con hombres experimentados. Todos eran jóvenes improvisados, cono los clasificó el mismo licenciado Luis Cabrera incluyéndose entre ellos, cuando en la Cámara de Diputados se le increpó, siendo él ministro de Hacienda en el Gabinete de Carranza, porqué se había llamado a la misión Kenmerer Y Chandler para que viniera a reorganizar nuestras finanzas. Además, el gobierno interino dejó sembrada de enemigos la administración pública. Acerca de que su programa era político y no social, porque no comprendía el problema agrario, que no sabemos que después de más de medio siglo haya sido resuelto, baste leer su gran discurso al aceptar su postulación en el Tívoli del Eliseo cono candidato a la Presidencia de la inauguración de la presa de Huichapan donde dijo que resolvería ese problema con el ardo y no a punta de bayoneta como quería Zapata, sus decretos y circulares para la repartición de ejidos, la reorganización de la Caja de Préstamos para comprar tierras de prosperidad particular, las instituciones para deslindar, amojonar, fraccionar y repartir ejidos, su orden para el deslinde de baldíos y terrenos nacionales con objeto de fraccionarlos y arrendarlos a módicos precios y hasta cederlos gratuitamente a los indígenas y ciudadanos mexicanos que los solicitaran, lo que culminó con el envío a la Cámara de Diputados del proyecto de ley de fraccionamiento de latifundios, de lo que hizo una defensa el licenciado Luis Cabrera como vocero del maderismo, diciendo que la reforma agraria se haría bajo el gobierno de Madero o la sombra del cadáver de Madero.

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