Jugar a ser Dios es cosa fácil, pero tiene, para todos los involucrados, creadores y criaturas por igual, un alto, altísimo precio que entre todos pagamos tarde o temprano. Frankenstein nos lo hace ver y comprender magistralmente. Una criatura que ha sido engendrada con restos de cadáveres descubre que ha sido cruelmente engañada por su propio creador. Esta tradición le será insoportable y provocará la espiral de la violencia con que la novela se encamina, con la renovada intensidad, hacia su desolador desenlace. Mary Shelley es el padre y la madre de la ciencia ficción tal y como lo concebimos: como un ejercicio de crítica de la realidad, como una visión panorámica de nuestros deseos más íntimos y de nuestros miedos más público. Una escritora imprescindible para entender el mundo en que vivimos, el caos que hoy nos lleva entre sus aguas turbulantes y voraces.
