Los poemas incluidos aquí escuchan caer la lluvia como si estuviera fuera y dentro de nosotros; registran la memoria que implica reconstruir la propia identidad un día tras otro con la inconsciente laboriosidad de la abeja y de la araña, soportando el vaivén de los recueros, y marcan la imperfección y el deshilado de los momentos haciendo que el espíritu se eleve y conmueva ante el paisaje sorprendentemente desconocido de la verdadera existencia.