Con frecuencia se piensa que la geografía es una asignatura escolar asociada a la memorización de datos, como las capitales de los países, los ríos más caudalosos o los nombres de las montañas; y que también en ella se aprende a interpretar gráficas y mapas, hacer comparaciones entre ellos y a memorizar datos curiosos. Sin embargo, el solo conocimiento de datos no tiene importancia en nuestra vida si no los empleamos para interpretar nuestro entorno y, por ello, se pierde interés en la geografía.áSe debe decir que, más allá del manejo de la información, los seres humanos tomamos decisiones que transforman nuestra vida y la de los demás; aunque no lo notemos, nuestras acciones se reflejan en nuestro entorno y están plasmadas en las sociedades, en las naciones y en el mundo. Situaciones tan cotidianas como trasladarnos de un lugar a otro, relacionarnos con la naturaleza y con las personas, trabajar, el consumo de los productos que diariamente se anuncian en los medios de comunicación, entre muchos otros ejemplos, son acciones que se efectúan en espacios concretos por lo que tienen repercusiones en lugares, paisajes, regiones, territorios en México y, en general, en el mundo.áLa geografía nos ayuda a conocer más sobre esos espacios, pues con base en los conocimientos que se adquieren en esta disciplina podemos hacer itinerarios para unas vacaciones, saber qué ropa vestir según las condiciones del tiempo atmosférico, identificar la interacción entre los componentes naturales, prevenir desastres, y hasta analizar de dónde provienen algunos productos que consumimos y por qué, o la forma en que la población se distribuye, se relaciona, se organiza y se expresa. Todos los lugares que conocemos son diferentes entre sí y la geografía nos ayuda a explicarnos por qué y nos brinda los elementos para identificar el proceso que los originó y a saber cuáles son sus tendencias, además del desarrollo de habilidades y actitudes que mejoren nuestra toma de decisiones para contribuir a mejorar el espacio donde vivimos.