¿Tu padre o madre te han hecho sufrir? ¿Ambos? ¿Te has sentido menospreciado, ignorado, perseguido o maltratado por las personas que debían quererte y protegerte? Si te ha pasado, no estás solo. Los padres perfectos no existen, pero muchos son francamente malos. El daño que causan a la autoestima de sus hijos puede ser profundo, y las heridas, difíciles de curar. Richard Bach, el célebre autor de Juan Salvador Gaviota, nos dice que es posible no sólo dejar atrás el dolor y el rencor, sino también extraer enseñanzas de las malas experiencias. Aprender que podemos elegir querernos a nosotros mismos y a quienes nos rodean. Elegir ser buenos, fuertes y generosos, y romper para siempre la cadena de la infelicidad.