Hemos olvidado tantas cosas hoy, en nuestra época. Aceptamos lo existente como verdad singular; no somos capaces de vincular una cosa con otra. Por ejemplo, la vida con la muerte, los animales con la carne que comemos, la Virgen con la joven mujer para quien su religión significa libertad, la línea de referencia acústica de nuestras ciudades con los incontables motores rugiendo día y noche. Sin embargo, aún somos capaces de asociar el canto de los pájaros con las místicas creaturas que lo producen.