Todos deberíamos saber matemáticas. Lo que se estudia en el colegio es una cosa -no demasiado emocionante- pero la asignatura nos ofrece mucho más. Es una compañera silenciosa en aplicaciones científicas, que también tiene importantes conexiones en el mundo del arte. Como parte del patrimonio de la humanidad, las matemáticas están vivas y en constante expansión de sus fronteras, su vida se alimenta de las ´Grandes Preguntas´. Las cuestiones importantes en matemáticas son muy variadas. Algunas se deben a los cambios revolucionarios en las nuevas tecnologías, mientras que otras tuvieron su origen en la Antigüedad y han perdurado hasta nuestros días. Algunas han hallado una respuesta definitiva cuando han sido reemplazadas por un puñado de nuevas preguntas, y otras permanecen, nunca se han ido, incluso después de siglos en primera línea. Aquellas que están rozando lo filosófico quizás nunca se resuelvan, pero, aun así, como preguntas siguen resultando fascinantes. Ése es el camino que siguen las matemáticas. Un hecho curioso es que las matemáticas avanzan lentamente. Si bien es una ventaja la velocidad en el cálculo mental y en los enrevesados pequeños problemas del colegio, no hay ninguna ventaja en ser rápido en el verdadero propósito de las matemáticas. Es innegable que ha habido avances, pero su progreso se asemeja más al avance lento e inevitable de la lava que al repentino ´¡Eureka!´ de un gran genio.
